Eternidad

La tenue luz que despedía el candelabro colocado sobre la mesa daba una sensación más acogedora a la gélida habitación en la que me encontraba, aquella luz tan débil no dañaba mis ojos acostumbrados a vagar en la oscuridad, me senté en la butaca para descansar un poco y deleitarme con la quietud y el silencio absoluto que últimamente me hacían tanta falta, sin darme cuenta empecé a recordar mi vida mortal. Mi historia comienza el 25 de diciembre de 2005 en mi ciudad natal, Berlín, me encontraba en la plaza de Alexander y por esas fechas se ponía un mercado lleno de puestos de comida y bebida, de artículos navideños, artesanía... lo que más me gustaba de aquel lugar era la noria gigante, a la altura del edificio principal, y una pista de patinaje sobre hielo. Todos los años solía pasarme por allí para dar una vuelta y montarme en la noria donde desde lo alto disfrutaba de la vista de la torre Fernsehturm y de toda la plaza majestuosamente iluminada con las luces de navidad, por último patinaba sobre hielo hasta que me cansaba y me iba a casa. Para mí era una fecha muy importante ya que se celebraba el aniversario de la muerte de mi padre, aunque parece una tontería año tras año iba a la plaza de Alexander y hacía las mismas cosas que cuando era pequeño y mi padre me llevaba allí, excepto lo de tomar el típico Glühwein que lo añadí a mi pequeña tradición cuando cumplí los 16 años. Esa noche me sentí observado mientras paseaba por los innumerables puestos, era una sensación incómoda y agobiante, para relajarme un poco me tomé un par de Glühwein y luego me subí a la noria. Aquel malestar no fue mitigado por la pequeña dosis de alcohol que ingerí, me sentía observado y aquella sensación se intensificaba por momentos, empecé a pensar que me estaba volviendo paranoico porque los vagones vacíos que tenía delante se movieron de una forma extraña y vi una especie de borrón negro de un tamaño considerable que se movía tan rápido que era casi imperceptible y muchos menos identificable. Tras una vuelta me bajé de la noria un poco asustado y acudí a la pista de hielo donde me puse unos patines y empecé a dar vueltas mezclándome entre la gente, seguía sintiéndome observado, miré varias veces a mi alrededor en busca del causante de ese malestar pero no vi nada sospechoso hasta que en una de las piruetas que hice pude ver en una fracción de segundo a un hombre de pelo largo y tez pálida que estaba apoyado en la baranda con la mirada fija en mí, cuando terminé la pirueta y volví a mirar aquel hombre misterioso no estaba. Empecé a pensar que mi mente me estaba jugando una mala pasada y decidí dejar de patinar e irme a casa a descansar, cuando estaba atravesando el mercado vi a aquel hombre de nuevo, aligeré el paso tanto como la gente me lo permitía ya que la plaza estaba a rebosar, viendo que el hombre se aproximaba a mí con una destreza y rapidez pasmosa decidí pararme en un puesto a la vista del vendedor por si aquel individuo tenía la intención de hacerme algo. Cuando llegó a donde estaba mi pulso se aceleró, me erguí y le miré directamente a los ojos para demostrarle que no me intimidaba aunque en realidad no era así, estaba aterrado y no sabía exactamente el por qué. Él esbozó una sonrisa torcida y con una voz muy grave y hermosa me dijo que se me habían caído los guantes mientras me los tendía para que los cogiera, en ese momento cuando asimilé la información me sentí como un estúpido, cogí los guantes muerto de vergüenza y los guardé en los bolsillos de la chaqueta. El desconocido se presentó, me dijo que se llamaba Luminor y al ver la expresión de mi cara se apresuró a decir que en realidad se llamaba Félix pero que Luminor era su apodo, yo le contesté que me llamaba Kristian y cuando fuimos a darnos la mano no pude evitar estremecerme al notar lo fría que estaba la suya. A medida que hablábamos el miedo que me infundía fue disminuyendo de una forma asombrosa, noté que sus facciones se volvieron más relajadas y sus penetrantes ojos verdes tenían un brillo hermoso e inusual al igual que su cabello azabache y su tez pálida, Félix poseía la belleza de un ángel caído. De repente una ráfaga de viento helado me hizo tiritar, me dolía la nariz y las orejas debido al frío, Félix me invitó a tomar un café en un restaurante que había en la plaza; los dos corrimos hacia allí y nos refugiamos en él, dentro hacía un calor reconfortante. Nos sentamos en la mesa más apartada del local para así no ser molestados por las miradas curiosas de la gente y pedimos algo caliente para beber, empezamos a hablar y me sorprendió saber que él y yo teníamos gustos y aficiones similares, Félix era tres años mayor que yo pero la diferencia de edad no nos importó en absoluto. Me contó el significado de su apodo y me preguntó si yo tenía alguno, le contesté que el mío era “Kiro” y que me lo había puesto porque mi mejor amigo Sebastian tenía un peluche llamado “Siro” y lo combiné con mi nombre que empieza por K dando como resultado Kiro, a partir de ahí nos llamamos por nuestros apodos.El tiempo se pasó volando y aunque estaba muy a gusto con él era la hora de irme, intercambiamos nuestras direcciones de email para seguir manteniendo el contacto y me fui, corrí hacia la primera boca del metro que vi y cogí uno, me senté en un asiento libre; cerré los ojos y encendí mi mp3. No sé por qué empecé a sentirme observado de nuevo, me sentía un poco mareado y a punto de desfallecer, intenté concentrarme en la música para así mitigar el malestar que sentía pero no sirvió de nada. Cuando llegué a mi parada me bajé inmediatamente y miré con precaución a mi alrededor para asegurarme de que nadie me seguía, caminé lo más rápido que pude hasta que llegué a mi casa, una vez allí pude respirar aliviado. Me fui directamente a mi habitación y me tumbé sobre la cama, estuve varios minutos en silencio mirando al techo hasta que mi madre me llamó para cenar, me reuní con ella en el comedor y empezamos a comer, no tenía apetito y me limitaba a mover la comida de un lado a otro del plato mientras estaba absorto en mis pensamientos. Mi madre se dio cuenta de que algo no iba bien y me preguntó si me había pasado algo o si me sentía mal, me limité a hacerle una mueca y tras hacer un poco el paripé con la comida para que no me llamase la atención por no probar bocado llevé el plato a la cocina y me encerré en mi habitación, no me apetecía hacer nada. Sebastian, más conocido por Strify, me dio un toque al móvil y me conecté al messenger, los dos nos pasábamos las horas muertas hablando por ahí para así evitar hacer grandes facturas telefónicas.

Hacía unos meses que nos habíamos conocido en un chat de manga y anime y conectamos tan bien que a partir de ahí nos hicimos inseparables, empezamos a quedar e íbamos juntos a todos los sitios, éramos unos frikis irremediables que disfrutaban yendo a la tienda de cómics y juagando al “Final Fantasy”, daba igual lo que hiciéramos mientras lo hiciéramos juntos. Strify me preguntó por mi día, sabía que era uno de los más importantes y delicados de mi vida porque se celebraba el aniversario de la muerte de mi padre y quería saber cómo me había ido, cuando le conté que me había sentido observado bromeó diciéndome que tenía que ver menos películas de terror porque luego me empezaba a emparanoiar y veía cosas donde no las había, su estado de ánimo cambió de un plumazo cuando le dije que había conocido a un chico y que había tomado café con él. Se volvió un poco irascible y me respondía secamente, no entendía por qué se ponía de esa manera ya que él sabía perfectamente que era mi mejor amigo y que nunca lo reemplazaría por otro, en ese momento se conectó Luminor y lo agregué a la conversación para que se conocieran, a Strify no le hizo ninguna gracia y se desconectó sin despedirse. Me dejó estupefacto su actitud, le llamé varias veces al móvil pero no quería cogerme así que me dediqué a hablar con Luminor, nos recomendamos música; películas, cómics, libros...él disfrutaba con mi fascinación por los vampiros y echaba por tierra todos los mitos y leyendas que había respecto al tema. Estuvimos hablando hasta bien entrada la noche, no sé por qué me sentía muy a gusto con él, era una persona interesante y culta que sabía hablar de cualquier tema, a veces por su forma de expresarse me daba la sensación de que era más mayor de lo que aparentaba y decía. Cuando no pude aguantar más tiempo despierto me despedí de él y me fui a dormir, al principio me costó coger el sueño porque no paraba de pensar en lo que había pasado con Strify, por un momento me puse en su lugar y pensé que nuestra relación era tan intensa que quizá fuera algo más que una simple amistad, inmediatamente descarté esa idea, era ridículo, no podía enamorarme de un chico, era algo raro y estaba muy mal visto, además yo siempre había salido con chicas y era absurdo pensar en algo así.

Sin darme cuenta me quedé dormido, esa noche tuve pesadillas con todo lo que había pasado en la plaza de Alexander; no podía ver a mi perseguidor pero notaba su presencia cerca de mi y por mucho que corría no lograba escaparme de él, estaba cansado de no ver a quién me acechaba para al menos ponerle una cara y no pensar que estaba perdiendo el juicio por huír de algo inexistente, por mucho que luchaba con todas mis fuerzas no podía zafarme, finalmente me mataba y abandonaba mi cuerpo en un callejón como si de una bolsa de basura se tratase. Me levanté empapado de sudor con los ojos muy abiertos, miré nerviosamente a todos los lados buscando algo anormal en mi habitación, inmediatamente encendí la luz para asegurarme de que allí no había nadie, la pesadilla había sido demasiado nítida, demasiado real, me temblaba todo el cuerpo. Después de un rato intenté dormirme de nuevo pero cada vez que cerraba los ojos revivía una y otra vez la pesadilla así que decidí levantarme, me senté frente al ordenador y me puse a navegar por internet para así distraerme un poco, me metí en el chat de manga y anime y vi que Strify estaba conectado; no sabía si saludarle o no después de lo que había ocurrido, me sorprendió ver un mensaje suyo en el que me pedía perdón por su actitud. Como era obvio acepté sus disculpas ya que su amistad era una de las cosas más importantes de mi vida, Strify me preguntó qué hacía levantado tan tarde y le conté mi pesadilla, él intentó tranquilizarme tanto como pudo, era reconfortante tener a alguien en el que poder confíar; que me hicera sentirme seguro. Le hice la misma pregunta y me dijo que tenía insomnio, intenté hablar más con él y como veía que tardaba en contestar le pregunté si estaba muy ocupado; él se disculpó y me dijo que estaba hablando con un chico muy simpático al que le gustaba la música tanto como a nosotros, no pude evitar sentir una pequeña punzada de celos al oír eso pero me contuve de hacer un comentario al respecto para no volver a discutir, no quería demostrarle el hecho de que me molestaba que hablase tan emocionado de una persona a la que acababa de conocer. Me preguntó si quería que me lo presentase y tuve que aceptar su proposición para no herirlo ni demostrar mi desagrado, me conecté al messenger y en cuestión de segundos abrió una conversación y añadió a su nuevo amigo; Yu. Después de un rato me di cuenta de que Strify tenía razón, era un chico muy enrollado que encajaba perfectamente con nosotros y nuestra forma de ver el mundo, finalmente decidimos quedar para conocernos en persona; así podríamos comprobar que todo lo que decía era cierto ya que la mayoría de la gente solía mentir por internet creándose una personalidad completamente distinta a la suya. El sueño empezó a hacer mella en mí y me fui a la cama, recé para que la pesadilla no volviera, tras unas cuantas vueltas me dormí.